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¡Hola a tod@s!

Os doy la bienvenida a mi blog.

Este blog nace con la intención de ser no solamente un lugar donde incluir mis opiniones, comentarios, sugerencias, vivencias, informaciones interesantes, divertimentos, etc., sino también un espacio común donde poder comunicarnos.

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Espero que os guste.

Carpe diem.


martes, 4 de diciembre de 2007

¿La TDT es la solución?

Yo pensaba, ingenuo de mí, que con la llegada de la Televisión Digital Terrestre (TDT) el panorama de la TV iba a mejorar. La verdad es que no lo tengo claro. Aunque seguro que ha cambiado en algo: ahora tenemos un aparato tecnológico más que conectar y un mando a distancia más que controlar para no sentarnos en él.

Después de conectar el aparato para ver la TDT y efectuar una búsqueda automática de canales, compruebo que el número total de los encontrados no equivale al mismo número de canales diferentes; es decir, hay televisiones que se emiten en más de un canal. ¿Para qué?

Además de las cadenas nacionales y autonómicas, aparecen algunos canales curiosos en los que su objetivo es venderte cualquier tipo de utensilio u objeto extraño. Desde una crema de babas de caracol que servirán para que tu piel quede rejuvenecida y que no necesites liftings hasta un juego de cuchillos coreanos que cortan cualquier cosa y que pueden durarte tantos años que puedes dejarlos en herencia a tus nietos.

Hablando de espacios que te ofrecen productos para que compres. No sé qué tienen que te enganchan. ¿Será su repetición de las virtudes increíbles del producto? ¿Será que el presentador o presentadora suele ser alguien muy conocido y prestigioso? Estos presentadores igual son conocidos en su país porque aquí seguro que no. A continuación explico un fenómeno digno de constar en sesudos estudios de comportamiento humano.

Llegas a casa de madrugada pones la tele y cuando comienzan los "teletiendas" de turno comienzas a ponerte cómodo en el sofá, fijas tu atención en las maravillas del producto (y a sus ofertas incluidas si tu llamada es de las 50 primeras) y finalmente piensas: "¿Por qué narices no tengo ese juego de cuchillos coreanos? ¿Cómo he podido vivir tanto tiempo sin ellos? Con lo útil que pueden ser cuando tenga que cortar un clavo y, a continuación, pelar los tomates para hacer la ensalada... ¡¡¡Maldición!!! Porque no tengo saldo en la tarjeta de crédito que sino...".

Debo reconerlo, muchas veces después de zapear a diestro y siniestro sin encontrar nada interesante, me he parado en un programa de cocina. Quizás no aprenda mucho pero da gusto ver cómo manejan todo tipo de utensilios: ollas, cucharas, tenedores, fuentes, platos grandes, platos pequeños, cacerolas, sartenes... Pero nada es comparable a cuando llega el momento culminante: el cocinero coge el cuchilllo y mis ojos se centran rápidamente en él. Quiero saber, miento, necesito saber imperiosamente de qué marcan son... ¿Serán los coreanos? Como sea así, no tengo escapatoria, mi cerebro entra en un bucle y ya noto cómo mi mano se acerca a la cartera e intenta encontrar la tarjeta de crédito.

¡Estoy perdiiiiidooooo!

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