BIENVENIDA

¡Hola a tod@s!

Os doy la bienvenida a mi blog.

Este blog nace con la intención de ser no solamente un lugar donde incluir mis opiniones, comentarios, sugerencias, vivencias, informaciones interesantes, divertimentos, etc., sino también un espacio común donde poder comunicarnos.

Aceptaré todo tipos de críticas, aunque prefiero las constructivas, que me ayudarán a mejorar.

Espero que os guste.

Carpe diem.


viernes, 25 de diciembre de 2009

Decálogo del perfecto cuentista (Horacio Quiroga)


En día tan señalado como hoy, me gusta compartir un decálogo de Horacio sobre la escritura de cuentos que me parece muy interesante. Pues allá va:
  1. Cree en el maestro (Poe, Maupasant, Kipling, Chejov) como en Dios mismo.

  2. Cree que tu arte es una cima inaccesible. No sueñes con dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás, sin saberlo tú mismo.

  3. Resiste cuanto puedas a la imitación; pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que cualquier otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una ciencia.

  4. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

  5. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la misma importancia que las tres últimas.

  6. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba un viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de las palabras, no te preocupes de observar si son consonantes o asonantes.

  7. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él, solo, tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

  8. Toma los personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

  9. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

  10. No pienses en los amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento.
Fuente: "Escribir. Manual de técnicas narrativas" (Enrique Páez)

martes, 8 de diciembre de 2009

"Hotel"

Otra noche más en un hotel y sin poder dormir. Son casi las dos de la madrugada de un sábado anodino, como suelen ser todos los que paso en esta ciudad de paisaje industrial. Mi mundo limitado por cuatro paredes y poco más. ¿Libertad o celda de lujo? Muebles prácticos pero impersonales, fotos típicas, colores habituales, revistas de autopublicidad... Me acerco a la ventana para captar vida cosmopolita. No consigo escuchar conversaciones o signos de actividad humana, sólo rumores lejanos y ruidos de coches que surcan la avenida. Miro en la fachada de enfrente y logro entrever por detrás de la cortina una discusión que se desmadra por instantes y que desemboca en pelea callejera y rastrera. Navajas que cortan el aire. Me decido y llamo a la policía. A los siete minutos llega el coche desde la comisaría más próxima.

Me echo en la cama con la satisfacción del deber ciudano cumplido como solía decir mi padre. Suena el teléfono: "Señor Pérez, son las siete de la mañana y le aviso como me pidió". Me ducho, me visto y bajo a desayunar. Cuando estoy a punto de disfrutar de mi segundo café, dos hombres trajeados se dirigen a mí después de hablar con el recepcionista. El más alto me dice: "Señor Pérez, le rogamos que nos acompañe a comisaría para que nos pueda explicar todo lo que vio puesto que uno de los implicados en la pelea ha fallecido". Adiós a mi vuelta a casa para el fin de semana. El próximo vuelo sale el lunes. Dejo el café humeante, me coloco la chaqueta y comienzo a andar hacia la puerta del hotel. Al recepcionista no se le ocurre decir otra cosa que soltarme: "¡Que tenga un buen día, señor Pérez!".