
En la sección "La Contra" de La Vanguardia del día 10 de mayo de 2008 se le hacía una entrevista al escritor italiano Alessandro Baricco. He querido rescatar unas preguntas y respuestas que me parecen interesantes:
Alessandro Baricco: El buen relato se alimenta de la desgracia, pero nunca los escritores tuvimos tantos motivos para estar satisfechos: nunca fuimos tantos, ni se escribió tan bien ni bien pagado como hoy.
A. B.: ¡Tiene usted razón!
El mercado ha mejor
ado la literatura, porque también ha mejorado la libertad de los escritores, nuestros ingresos y reconocimiento público. Y no sólo hablo de los genios como Balzac, que ya eran ricos en el XIX: hoy también viven bien los meros escritores de oficio, como yo.
- La satisfacción atocina la creatividad.
A. B.: Ése es precisamente el verdadero riesgo para la calidad literaria hoy: que los creadores y las personas perdamos -en el ajetreo y el simulacro facilón y superficial- la relación con la mejor parte de nosotros mismos.
- ¿Y por qué la van a perder?
A. B.: Porque esa relación exige una concentración y un esfuerzo que cada vez cuestan más de conseguir: hoy no se puede ser escritor -por lo menos los que no somos genios- si no eres multimedia y sales en radio, tele, cine, revistas, periódicos, Internet...
- ¿Por qué no se dedica sólo a escribir?
A. B.: Porque sin notoriedad mediática, desapareces de las librerías. Yo recuerdo que Italo Calvino era un genio que se dedicaba a escribir... ¡Y basta! Pero hoy sin promoción parece que no hay escritor.
(...)
- Usted da clases de escritura.
A. B.: Enseñar está en los genes: es natural como respirar. Y a mí me da baños de humildad. La mayoría de mis alumnos no me ha leído y pasa de leerme, y eso me estimula: me acerca a la inminente realidad de mi olvido. Y me coloca ante mi misión: ayudar a cada uno de esos jóvenes a que descubra su propia manera de contar las cosas.
A. B.: Cuando empieza, creen que lo más elevado es escribir para uno mismo... ¡Qué tontería! El único sentido de contar algo es contárselo a alguien. Tu primera misión es que te lean, y para eso sólo hay un camino: averiguar lo que los demás quieren saber y contárselo; no contarles sólo lo que te interesa a ti.
A. B.: Yo creo en los momentos epifánicos. Vives, acumulas experiencia -si no, no tienes nada que explicar- y un día un suceso nimio provoca una explosión de sentido. Yo descubrí que era escritor tratando de escribir un guión de cine: "¡Pero si a ti lo que te gusta es escribir!", me dije.
- ¿Algún consejo para los televisivos?
A. B.: No haga usted nunca un programa de libros: son aburridísimos...
- No suelen tener grandes audiencias.
A. B.: Haga usted un programa de las emociones que despiertan los libros. La televisión transmite muy mal los contenidos, pero muy bien las emociones. Así que concéntrese en ellas, en intercambiarlas con la gente.
A. B.: No explique libros en la tele: cansará. Saque a personas que transmitan la emoción que les ha provocado un libro, gente de todo tipo, no sólo intelectuales plastas. ¡Y no hace falta que salta usted siempre!